miércoles, 4 de septiembre de 2019

La Sagrada familia, el retorno al origen...




“La originalidad consiste en el retorno al origen; así pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones.”

Antoni Gaudí





Para la elección de una obra arquitectónica en pos a mi persona, bajo una luz meramente subjetiva, en un análisis de introspección, considero que mi elemento arquitectónico predilecto es y ha sido, la sagrada familia de Antoni Gaudí.

¿Por qué?

En primer lugar, descubrí dicha obra mucho antes de conocer la trayectoria de Gaudí, desconocía al autor de semejante arte. Fue en mis semestres de preparatoria cuando investigué al respecto de la arquitectura como disciplina, pues era momento de decidir la carrera a elegir. Por lo que conocí a la sagrada familia en un acercamiento teórico y escolar, no fue una obra por la cual yo decidiera estudiar arquitectura como profesión, esa decisión ya la había tomado desde mucho antes. Sin embargo, hace tiempo investigué sobre el vasto y maravilloso mundo del arte arquitectónico, y contemplando las diferentes manifestaciones de arquitectos de renombre me encontré con el templo expiatorio.

Su proporción, volumetría, el eje compositivo del mar de elementos que componen dicha obra. La basílica está ubicada en Barcelona, España, producto de un encargo eclesiástico. Retrata las acepciones orgánicas del estilo de Gaudí, quien logra encapsular con maestría una interrelación de ornamentos con elementos estructurales, un canon naturista que se desenvuelve en arquitectura de autor. Un vínculo entre la plástica y la estética, entre la marcada opulencia religiosa y el arte propio de la naturaleza.

El propio Gaudí alega que la sagrada familia es una síntesis de su carrera, su ópera prima, no solo un legado hacia la religión, sino también un parteaguas en cuanto a cánones estéticos se refiere. La planta de la basílica es de cruz latina, cuenta con cinco naves centrales y un transepto de tres naves, un ábside con siete capillas. Una obra que se encuentra aún en construcción, contemplará un total de dieciocho torres: cuatro en cada portal haciendo un total de doce por los apóstoles, cuatro sobre el crucero invocando a los evangelistas, una sobre el ábside dedicada a la Virgen y la torre-cimborio central en honor a Jesús, que alcanzará los 172,5 metros de altura.

Las tres fachadas que presenta la sagrada familia están relacionadas con el nacimiento, la pasión y la gloria de Jesús, respectivamente. El tempo se compone de dos sacristías aledañas al ábside, concretando en tres capillas. La primera es la de la Asunción, la de la penitencia y la del bautismo aledañas a la fachada principal de la basílica.

Gaudí solamente estuvo presente en una determinada fase de su proyecto, sobre el cual trabajó antes de su muerte. Se prevé que su construcción pueda finalizar en el año de 2026, el centenario del fallecimiento de Gaudí. Dicha obra también es conocida como “la catedral de los pobres”, a raíz de un fresco homónimo de la corriente modernista a cargo del pintor Joaquín Mir.

Las duras críticas y la polémica respecto al arte modernista de Gaudí con su ópera prima han variado a lo largo de los años desde su construcción. Desde detractores hasta fieles creyentes de semejante obra arquitectónica, un coloso abstracto que bien puede representar la opulencia natural contrastada contra la austeridad eclesiástica.

En lo personal, considero que este elemento arquitectónico es una obra de arte sublime, una analogía perfecta hacia un criterio que comparto con el arquitecto: no hay mejor manera de representar el hogar de dios, la base de la fe de millones de creyentes, que en un templo que les haga honor a los principios primigenios de la iglesia cristiana, no hay mejor templo que la naturaleza y el orden orgánico de nuestro planeta. Es por ello que considero que la obra de la sagrada familia es mi elemento arquitectónico predilecto, por sus múltiples acepciones, su simbolismo inerte. Pero, sobre todo, por la cualidad de estética, forma, y función que se había estipulado desde los tratados de Vitrubio: Firmitas, Utilitas y Venustas.

Con ello, la sagrada familia compete una verdadera obra de arte, arquitectura de autor, que no teme con postular su punto de vista en uno de los temas más relevantes de nuestro vivir: ¿en qué cree el hombre? Al entrar en el interior de la sagrada familia, al vivir en su atmósfera de misticismo y magnitud, deleitar nuestros sentidos con su colosal gracia y esclarecer nuestra mente al vivir sus espacios, podemos, sin lugar a dudas, encontrar la respuesta a tan imperante cuestionamiento.

Por ello es que la sagrada familia es, y lo será por un largo tiempo, mi obra arquitectónica predilecta.




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